Me quedaré:
"Nos toca vivir tiempos
en los que ya nacemos muy viejos,
nos queda el cruel consuelo
de no mirarnos nunca al espejo.
Nos cuesta levantarnos
y en la misma cuesta caemos.
Porque nos cuesta tanto,
mejor quedarse siempre en el suelo.
Se nos cambia la mirada
cada vez que se nos rompe el alma,
se nos quitan todas las ganas,
siempre esperamos que llegue el mañana.
Me quedaré con muchas ganas de verte,
vacío y sin aliento.
Estaré a punto de encontrarte
cuando se acabe el tiempo.
Volveré cuando no quede nadie
a ver si están los restos del que fui.
Pero ese nunca vuelve, nunca vuelve.
En mentiras creemos,
nos limitamos a pensar que somos buenos.
Nunca nos preguntamos,
sólo hablamos, reímos y a veces lloramos.
Cuando nos conocemos
empezamos a pensar lo que está pasando
y miramos más lejos
y miramos dónde nunca habíamos mirado.
Se nos hace corto el tiempo
cada vez que el corazón se envara.
Se nos pasa la vida entera
buscando aquella eterna mirada.
Me quedaré con muchas ganas de verte,
vacío y sin aliento.
Estaré a punto de encontrarte,
cuando se acabe el tiempo.
Volveré cuando no quede nadie,
a ver si están los restos del que fui.
Pero ese nunca vuelve."
Al escuchar esta canción de Estopa me atrevo a reinterpretarla desde la mirada de la Psicomotricista porque es mi verdad, la que yo he vivido de "que ya nacemos muy viejos" o por lo menos es como nos hacen nacer cuando no se respeta nuestro continuum.
Tenemos que nacer viejos pues no se nos permite ser niños/as.
Incluso antes de nacer, el tiempo ya no nos pertenece, no nos dejan descubrir que nuestra gran primera decisión en el mundo es decidir cuándo nacer.
Y si nacemos en nuestro tiempo,¿quién nos garantiza que podremos seguir contenidos en el reflejo que nos ofrece el espejo de nuestra madre? Que maravilloso espejo que antes de ser reflejo es piel y aliento.
¿Y cómo es la mirada del niño/a que ha se ha desplazado por las curvas del cuerpo de su madre? Es la mirada de aquella persona que más tarde podrá levantarse sea como sea la cuesta, pues habrá interiorizado en sus cadenas musculares que las curvas, los ángulos, los cambios de desnivel, los recodos, las colinas, las montañas y los valles, las subidas, las bajadas, son parte de la geografía humana. Nuestro primer espacio y nuestro primer objeto , nuestra madre, y su disponibilidad tónico-emocional, nos ofrece una forma de estar en el mundo.
Con la presencia, con el olor, con el movimiento y los balanceos, con la voz de las nanas y los arrumacos, con la nutrición que une miradas, se satisfacen los deseos de los/las niños/as. Entonces descubrimos que somos capaces de estar en el aquí y en el ahora sin esperar desesperados/as que llegue el mañana, porque lo que me hace sentir placer y deseo me posee y lo poseo.
Y cuando esté lleno/a de amor y seguridad podré respirar mi propio aliento y volveré a nacer porque me habré encontrado en el espejo.
Y no me quedaré con las ganas porque las ganas están satisfechas y entonces podré investir el mundo con mi tono acoplado a mi acción, con la mirada mantenida, y el gesto relajado, incluso sonriente. Estaré equilibrado/a pues mis apoyos son seguros y fuertes, una fortaleza psicomotora, que primero recibí de otro cuerpo y ahora la obtengo del mío.
Desde nuestra primera relación descubrimos quién soy, y si me favorecen saber cómo quiero estar entonces hablaremos con, reiremos con y lloraremos con. Con aquellas personas que nos ofrezcan su acompañamiento y escucha, de las que recibiremos y a las que ofreceremos lo que tengamos.
Nos moveremos para seguir en comunicación con nosotros/as mismos/as y el mundo exterior y exploraremos nuevos territorios saboreando la vida. Querremos levantarnos, querremos preguntarnos y nuestro cuerpo nos dará las respuestas pues estaremos conectados. Y seremos capaces de querer, saber, poder crear nuestro pasado, presente y futuro, nuestro tiempo en el aquí y ahora.
Porque no estaré a punto de encontrarte, te habré encontrado, me habré encontrado.
